Mi amor por Turquía empezó cuando tenía alrededor de 18 años de edad, pensaba siempre en el momento de conocer tan majestuoso país, cultura, su arquitectura, probar su maravilloso té, oler las especias en los bazares, conocer la preciosa cultura y el contraste entre una historia marcada por el imperio otomano y la modernidad, conocer un país situado justo en medio de la frontera entre Asia y Europa, contemplar las orillas del Bósforo que separan Estambul en dos partes, una en Asia y otra en el viejo continente, ser testigo del amor de los turcos por su patria, probar su exquisita gastronomía, todo esto era para mí atractivo suficiente para conocer personalmente.
Luego de múltiples tropiezos en mi juventud, fui madre soltera a los 21 años de edad, de gradué como enfermera profesional a los 23 años de la Pontificia Universidad Javeriana, experiencia que fue para mí gratificante y le agradezco a Dios y a la vida el haberme dado la oportunidad de haber pertenecido a tan excelente universidad, pues allí aprendí valores no solo en el ámbito profesional sino también de la vida misma, crecí.
Trabajé un par de años en la clínica Palermo, en la unidad de cuidado crítico y en diferentes servicios, y apenas 6 meses lo hice en la clínica VIP de Colpatria, fue entonces donde a través de la red social de Facebook conocí a quien denomino hoy en día el amor de mi vida y mi esposo. Por la red mantuvimos una relación alrededor de tres años y hasta ese momento decidimos conocernos en persona, por ello realicé un viaje a Turquía en 2015 en donde nos conocimos personalmente y decidimos casarnos y así empezó esta historia de amor. Como lo llaman, el hilo rojo, sin importar que tengas que cruzar océanos para estar con la mitad de tu destino, simplemente esa persona es para ti.
Regresé a Colombia, por mi hija y él a Bélgica porque de ahí tendría un viaje hacia Egipto para aprender árabe durante unos meses. Después de su viaje tomó un vuelo directo a mi ciudad en Colombia, Bogotá, donde conoció a mi familia y manifestó sus intenciones hacia mí y realmente fue muy bien acogido en mi entorno y causó una muy buena impresión.
Fue así como recuerdo perfectamente aquel 25 de enero del año 2017, día en el que empaqué mi maleta con rumbo hacia Bélgica, en donde me reencontraría de nuevo con el amor de mi vida, para estar allí por unos 3 meses y luego trasladarnos hacia Turquía donde nos radicaríamos para iniciar una nueva vida juntos. En esta maleta puse muchos sueños, esperanzas y corazón con el anhelo de tener un mejor futuro y hogar sobre todo para mi hija.
Dejé parte de mi corazón en Colombia, pues allí esta mi madre y familia. Incluso el día que dejé mi país no pude despedirme como debía de ellos, pues no tenía la confianza y certeza de poder sacar a mi niña tranquilamente del país, por una no buena relación con su padre biológico.
En Turquía nos casamos legalmente en el 2017 y un mes después quedé embarazada de mi segundo ángel, mi príncipe turcolombiano lo llamamos así gracias a la influencia de las dos nacionalidades y culturas.
Solo Dios puede saber que tiene deparado para nuestro futuro, pero hace cuatro meses tomé la decisión de compartir mi historia y publicarla por medio de Youtube, plataforma en la que creo contenido relacionado con mi vida, día a día y mi perspectiva de tan hermoso país a través de mi mirada, aquellas cosas que me han sido fáciles aquí y aquellas que no lo han sido en absoluto.
Actualmente con mis 29 años de edad, tengo que confesarles que esta experiencia ha sido totalmente extraordinaria y de no creer al mismo tiempo en mi vida, y gracias a Dios hasta ahora ha sido el reto más grande al que me he enfrentado, pero cuando me despierto cada mañana veo mi esposo y mis dos hijos elevo mi mirada al cielo para dar gracias a Dios por esta bendición y para decir, valió la pena…
Estar lejos de casa me ha enseñado el valor de todo, de la familia, de mis costumbres y tradiciones y sin duda alguna me han vuelto más fuerte. No es nada fácil enfrentarse a un país totalmente diferente al nuestro, hablar un idioma absolutamente diferente al nuestro y mucho menos con dos angelitos por sacar adelante. Aunque mi vida ya está estructurada aquí, cierro mis ojos y espero con ansias el día ver de nuevo a mi madre (soy hija única), a mi abuelo, a mis primas darles un fuerte abrazo, comer una buena arepa, una agua de panela con queso, un tamal y un buen café de mi tierra, decirles cuanto los amo y los amaré el resto de mi vida. Extraño ver latinos o colombianos por estos lares pero sólo Dios sabe por qué nos cambia las coordenadas de la vida, pero tengo claro que todo cambio es para bien. El amor, la paciencia, la disciplina y el corazón son los ingredientes fundamentales para salir adelante.
Mi misión es enseñar este bello país a latinos y colombianos, para que sepan que no hay nada imposible en la vida, pero también es enseñar a los turcos que los colombianos somos personas de corazón, que cuando nos proponemos una meta en la vida con amor, paciencia, disciplina y el corazón lo conseguimos porque somos como decimos en Colombia, echaos pa´ lante.
Espero y confío en Dios que una vez fortalezca el aprendizaje del idioma y el bebé esté un poco más grande, pueda continuar ejerciendo lo que me hace vibrar el alma y palpitar el corazón, enfermería en Turquía.
Con todo mi cariño
Katherin Topaç
Turcolombiana en Turquía
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